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Planificación de la vida

Planificación de la vida y Progresión Espiritual

Planificación del día, el trabajo, las vacaciones, etc… La organización o planificación puede ser muy conveniente funcionalmente, pero la impregnación en la personalidad de la planificación.
Convirtiéndose en un exceso de exigencia, sintiéndose perdido si no se planifica, exigiendo y exigiéndose el tenerlo casi todo organizado, planificado, puede ser un problema considerable de estrés e intranquilidad. El llegar al sufrir por la posibilidad de que lo planeado falle, o por no poder llegar a hacer, o hacer mal lo planeado podría fácilmente suceder.
La persona impregnada de exigencia de planificación, crea y acumula una enorme tensión, en forma de hábito difícil de erradicar. 

La asociación de la planificación

La asociación de la planificación y organización con la identificación personal (ego), suele fácilmente suceder. Viviéndose en dos aspectos emocionales fundamentales como el de inseguridad por creerse con falta de planificación en cualquier aspecto del vivir, o el de preocupante tensión por si falla en cualquier aspecto lo planeado. El yo inseguro, preocupado, estresado, viviendo el ahora en un mundo de posibilidades negativas, o esperanzas de llegar a ser más, o conseguir más. 
 
 Vivir en la comprensión que la base de la vida es el hecho de ser vida, y eso es reconocer el valor por excelencia del momento presente de ser la vida, sintiendo plenamente la vida ahora, en la inmediatez del presente como presencia de vida directa, aquí y ahora, independientemente y simultáneamente a todo lo que se proyecte o se haga. La planificación más importante es saberse vida en el momento presente, atendiendo lo que haga falta sin perderse mentalmente de esta realidad inmediata de ser presencia sintiente en cada momento. Gozar de la vida es gozar del momento presente sea cuál sea. Y el poder reconocer el momento presente como un ahora que está surgiendo del no tiempo, un ahora que evoca nuestra identidad eterna, ese reconocimiento puede suceder.

Progresión Espiritual

La progresión en una mayor armonía, aceptación, y alegría de vida, normalmente se puede ver desde el plano de una mayor comprensión psicológica y emocional. Lo que habitualmente se llama madurar, es el pasar de las rabietas, inquietudes y neuróticas actitudes infantiles, a una mayor aceptación de las circunstancias, intentando no poner más problemas a los “inconvenientes” que surjan, intentando gozar más de las cosas sencillas que plantea el vivir. Pero eso no es una progresión en la vivencia espiritual.
 
El ir intuyendo y reconociendo que la vida se fundamenta en el hecho de ser consciente, y que eso que llamamos conciencia. Lo es todo desde el punto de vista de experiencia, que la experiencia fluye en una constante presente de ser consciente. Esa misma conciencia es la que está configurando la misma experiencia. El ir comprendiendo o discerniendo la realidad de conciencia, puede parecer una progresividad desde el punto de vista de los valores mentales asociados a la memoria, tiempo y espacio; pero esos mismos conceptos de tiempo y espacio quedan relativizados desde el punto de vista de lo que la conciencia es. 

El reconocimiento de lo espiritual

En el reconocimiento de lo espiritual como la realidad singular y esencial, o la paradójica evidencia de nuestra autentica naturaleza de Ser. Es lo que podríamos llamar lo espiritual o la identidad real. Ese saber sin conocimientos, como un destello fulminante, independiente de razonamientos o comprensiones mentales, de concienciaciones o valores de ser consciente de… Esa evidencia absoluta de lo absoluto, no tiene progresividad, o es, o no es. Aun siendo siempre lo que es, ese reconocimiento es de una irrefutable claridad. Puede parecer desde la mente que casi se comprende o se tiene un destello de Eso, desde la mente puede parecer el crearse una necesidad de ir muchas veces a ello para tenerlo más claro, y eso puede parecer como progresivo, y necesario para acabar de vivirlo del todo. Pero en realidad la evidencia fulminante es cuando es, o se ve o no se ve, y el casi se ve queda relegado a no se ve. El ir intuyendo puede ser un valor considerable y necesario en la demanda de realidad, pero no se puede decir con claridad que sea progresividad.
 
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