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La ley, dharma u organización natural

La ley, dharma u organización natural

La ley de la naturaleza de las cosas, que establece un principio de relación entre las formas existenciales, que limita en determinados contextos pero que da posibilidad a la enorme pluralidad, esta ley natural, la ley de la naturaleza total en sí misma, que configura un ecosistema viviente, esta ley es la base de toda posible recreación de ley en cualquier ámbito.
 
 La ley como resultado de los principios existenciales: mineral, vegetal, animal, o tierra, agua, fuego, aire, espacio. La ley de la relación y combinación de los elementos básicos químicos o bioquímicos. La ley de nacimiento, mantenimiento (en constante modificación o transformación), y muerte de toda forma existencial. La ley de atracción o de afinidades. La ley que indica una posible corrección a través del dolor-sufrimiento o de la destrucción-desintegración. Esa gran infinitud de aspectos de la ley universal. La ley que está implícita en la armonía, gozo, amor en este juego de asombro y entretenimiento de la infinidad de experiencias, la vida. 
 
 La ley que el ser humano intenta recrear en su plano de experiencia, y que en algunas tradiciones intentando darle una visión integral han llamado Dharma. La ley como bases de relación humana, para el ideal de justicia y mínimos de convivencia social. La aparente sutil pero en realidad gran diferencia, de la ley de una moral discernitiva a la luz de la verdad y el amor, y la ley de una moral ideológica, relativa, condicionada al miedo y la identificación. La ley que el ser humano usa muchas veces como imposición de su egoísmo, dando valor exclusivo y apoyándose con el imperio de la ley en su beneficio propio y exclusivista. 
 
 La ley en el plano humano debería de ser el formalismo existencial que pueda dar el mayor contentamiento social, y la buena relación con el medio ambiente, en el que predomine el respeto mutuo, el bien común, y la máxima posible libertad individual.
 
 La ley como Dharma (ley integral de la posibilidad total, de lo que la vida es) no solo incluye valores de respeto, gozo y prosperidad. También incluye la visión trascendente espiritual, o el reconocimiento de la totalidad de lo que Es, lo que Es. El reconocer el juego existencial simultaneado en su realidad absoluta esencial otorga una visión real e integral. Esa visión clara, íntegra y trascendente, relativiza la importancia o preocupación personal, en una mirada sin autoría personal, donde las imperfecciones aparentes forman parte de la perfección total, más allá de todo e incluyendo todo, somos la eternidad en cada instante. Y esa visión reafirma cada cosa como es, no un pasotismo incoherente que esconde un huir, o una filosofía para sobrellevar un incomprensión o problema personal. Todo lo contrario, el reconocimiento real otorga una aceptación total que asume, integra y trasciende toda experiencia.

Intentar mejorar

Intentar mejorar tiene dos aspectos básicos, uno es el intentar disminuir o erradicar todo tipo de sufrimiento propio o ajeno, y el otro aspecto es la combinación del recrear, descubrir y amar en el juego del vivir. Intentar mejorar es la posibilidad intrínseca de la experiencia de la vida, es la dedicación que más honra y agradece el hecho de vivir. 
 
 El ser consciente que el hecho de vivir comporta el intentar mejorar, y la consecuente disponibilidad a la relación y la colaboración, en el nivel que sea, y que eso como personas nos hace ser más felices, es un gran reconocimiento del existir. La posible dedicación en el ver o en el hacer para mejorar, nos hace sentir plenitud, la plenitud es el resultado de esos dos aspectos, disminuir el sufrimiento y recrear-amar. 
 
 La obsesión negativa por mejorar o ayudar pude ser la consecuencia de nuestra falta de plenitud, y esa actitud a nivel general, más que mejorar complica y limita esa posibilidad. Aunque en su nivel concreto es correcta porque provoca la consecuencia inevitable, y eso facilita el poder reconocer la obsesión negativa y poderse liberar de ella. 
 
La obsesión por mejorar es la exigencia, la manipulación, el control, la imposición, la intolerancia, el quererlo para ¡ya!, el no saber dar tiempo al tiempo. Todo eso puede ser una consecuencia de nuestro sufrimiento, de nuestros complejos de inferioridad-superioridad, de nuestro sentimiento de culpa, y nuestra acumulación de tensión e incomprensión. 
 
Muchas veces el intentar mejorar o ayudar son actitudes muy sencillas, el amor y la paz de la plenitud se expresa con sencillez, a veces el saber de ser, y estar, en la posible colaboración es suficiente, solo estar cerca de… puede favorecer enormemente. Todo necesita su tiempo y la vida como conjunto es la madre del tiempo.
 
Pero todo eso bien comprendido no quita del saber de prioridades, y poder dar soluciones lo más inmediatas posibles, y a veces hay que tomar actitudes muy energéticas e inmediatas, y todo eso también puede estar muy bien. El intentar mejorar es un bien del vivir que cohesiona y realiza el existir.
 
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