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Tristeza, culpa y ayuda

Tristeza, culpa y ayuda

La tristeza del desengaño o la pérdida. La tristeza por la incomprensión y la intolerancia insensible al sufrimiento personal. La tristeza del no saber, del dudar y la impotencia.
 
La angustia o depresión provocada la tristeza, en este bombardeo de consejos bien intencionados sobre la “felicidad, el estar en paz, el reconocimiento espiritual, y el tu sí que puedes ¡esfuérzate!”.
 
Puede generar un bucle de frustración, abatimiento y angustia, provocando proyecciones de superioridad o inferioridad, que generan un ciclo de realimentación a la insatisfacción, tristeza o confusión.

La sagrada “libertad”

El respeto a la sagrada “libertad” del vivir de cada persona, y la compasión por el sentir del sufrir, es un buen indicativo del reconocimiento del tal cual son las cosas.
 
Cada situación surge espontáneamente, y las causas son relativas a la fuerza de la totalidad en su amor y juego por experimentar-vivir. 
 
Los indicativos de reconocimiento a la simplicidad trascendente de la auténtica naturaleza de Ser, y su vivencia inmediata como testigo impersonal.

Relativizar los sucesos

El posible comprender en su aceptar del identificado yo erróneo, y la fuerza del enjambre del lio de líos mentales y emocionales. El relativizar los sucesos con el máximo de buen humor.
 
Todo ello puede ser un buen “consejo-indicativo” para el posible aumento de visión:
  • pues el mayor consejo es no dar consejos, solo la posible indicación al aumento de la visión (…y que cada uno tome su “propia” decisión)
  • el silencio presencial compartiendo la situación de ser y estar simplemente, es el mejor indicativo-consejo para el posible “ayudar”. 
 
La ayuda puede ser tan relativa, que su máxima expresión es la indicación a la no necesidad de ayuda.
En esta funcionalidad del vivir la colaboración surge, y querer forzarla puede ser consecuencia mental del egoísmo personal.
 
En la disponibilidad de ayuda no está en el querer, está en la inmediatez de Ser.
Podríamos ver como la abertura espontanea en el momento presente en tal cual está sucediendo.

La crítica

La crítica por no ayudar, no saber ayudar, o el cada uno es suficientemente consciente para saber lo que hace, es consecuencia de una mirada engreída del yo interpretado. 
 
Saber de la auténtica desculpabilidad, es el no tener que perdonar, ¿pues quien es culpable realmente?, y sobre todo quien es culpable de su sufrimiento.
 
Culpabilizar a los demás por el sufrir propio, y mantener una crítica del mal hacer o el no saber.
Con pretensiones exigentes e intolerables, es vivir el lio de líos mentales y emocionales del yo identificado.
 
La culpa solo es una palabra relacionada con un yo identificado erróneo y negativo. Hasta que no surja un ver y reconocer del tal cual es lo que Es, la vivencia de culpa está ahí aunque no haya ningún culpable.
 
Claro que en el mundo funcional hay responsabilidades y consecuencias necesarias en su funcionalidad, y forman parte del hecho de experimentar (vivir).

La culpa psico-emocional

Pero la culpa psico-emocional del yo identificado puede diluirse en el suceder del vivir, para reconocer la no necesidad de “ayuda”.
 
Surge en este experimentar del tal cual es todo lo que Es.
 
Y el reconocimiento de que:
  • Siempre fue y es completo
  • todo es como un sueño, pues para nuestra naturaleza original realmente nada sucedió
  • Reconocer puede suceder.

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